Texto de Luis Feás Costilla (Comisario de la exposición) sobre la exposición "Personæ"
UNA ARTISTA SIN MÁSCARAS
Cuando María Peña Coto (Oviedo, 1989) ganó el Premio Asturias Joven de Artes Plásticas el año pasado, se acordaba concedérselo gracias a “su esfuerzo por labrarse una trayectoria profesional, la coherencia de sus líneas de trabajo y la capacidad para involucrarse en los distintos entornos en los que ha desarrollado sus proyectos”, bien conocidos y apreciados por los miembros del jurado, que ya la habían seleccionado en la anterior edición de la Muestra de Artes Plásticas del Principado de Asturias.
Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, con un máster en Cooperación Internacional y Desarrollo, la artista siempre ha mostrado una preocupación constante
por la vulnerabilidad de la pobreza, los habitantes
de las aglomeraciones urbanas, las víctimas de la emigración, las superpoblaciones del Tercer Mundo
y su efecto sobre el medio ambiente. La toma de conciencia se produjo en 2009, cuando asistió como activista de Oxfam Intermón a la cumbre internacional sobre cambio climático de Poznan, Polonia, en una experiencia que le abrió los ojos a los principales retos globales de nuestro tiempo.
Desde entonces la inquietud sobre las consecuencias
de la forma de vida de las sociedades occidentales en el medio ambiente es un asunto recurrente en su trabajo, que la ha llevado desde Asturias a pasar largas estancias en São Paulo, Lisboa, Londres, Yakarta, Pekín, Nueva York o Madrid, lugares todos cuyos suburbios se ha dedicado
a explorar. Su activismo, que es también social, se plasma artísticamente en acrílicos sobre lienzo, fotografías transferidas, ensamblajes hechos con materiales reciclados o vídeos en los que recoge sus performances, como la que le hizo recorrer, a ciegas y con tacones, varios kilómetros de la Gran Muralla china para denunciar las barreras y los límites que se imponen a las mujeres.
En la exposición que aquí se muestra, y que sirve para celebrar el galardón, el más importante que reciben los artistas jóvenes asturianos, María Peña Coto enfrenta la dialéctica humanidad/naturaleza a través de la máscara, que expresa muchos de los
conceptos implícitos en su obra, como los referidos
a la identidad y al con icto hombre-animal. El
título Personæ, etimológicamente, también hace referencia a la diferenciación de los individuos de la raza humana, singularizándolos frente a la naturaleza, con la chulería propia de los matones de barrio, que hacen huir despavoridos a los animales del entorno, o en su caso reintegrándolos en ella, como el activismo animalista que todavía busca la conexión respetuosa del medio urbano con el natural.
La artista ovetense no para quieta, como se ve en
los vídeos en los que aparece pintando algunas de
las obras de esta exposición, y en su re exionar peripatético busca generar sensación de acción y movimiento, para integrar al espectador e incitarle
a hacerse preguntas. Los personajes de sus cuadros siempre tienen carácter activo, en especial los femeninos, a los que reivindica, ya que a las mujeres siempre se las ha apartado de las grandes decisiones, lo que ha tenido gravísimas consecuencias, incluso en asuntos tan aparentemente ajenos como el cambio climático vinculado a la acción humana.
Muchas de sus telas, pintadas e intervenidas, están recompuestas mediante retazos, y en alguna de ellas
se busca la participación del público asistente, en
una tendencia que María Peña Coto comparte con muchas compañeras de generación. Lo participativo
no es tanto una cuestión de método como de estilo y
se corresponde adecuadamente con alguien que no es solo buena artista sino mejor persona, con ada en que no sea demasiado tarde para corregir colectivamente un trazado que nos lleva directamente hacia la destrucción. Ya en su momento advirtió Walter Benjamin que la revolución no sería tanto la locomotora de la historia como el recurso al freno de emergencia que impediría al género humano descarrilar.